¿Cómo volver?

Cada día iniciaba con el sonido del despertador, desayunar junto a mi hermano para ir a la escuela, correr para tomar el camión oficial y que él se burlara de mi velocidad, e inventara un perro imaginario para que corriera más rápido. Por la tarde pasar el tiempo con los amigos, con buenos amigos, recorrer el parque central platicando de nada. Esa rutina diaria era encantadora, podría vivir en ese espacio de manera infinita.

Cuando visitaba a mis padres era como viajar a otra dimensión, el tierno frío en las mañanas, el dulce sabor del café en mi boca, el aroma de cada delicioso platillo preparado con las manos de mi madre, la maravillosa vista que el cielo ofrecía para deleitarme, cada paisaje imborrable en mi memoria, las flores rojas en mayo, las guerras de agua a orilla del río. Al cerrar los ojos puedo escuchar el agua pasar por entre las ramas y piedras, un susurro de vida. Cada sonido, cada aroma, cada sabor, cada cosa la recuerdo tan perfecta, tan sublime.

Después de un tiempo, vuelvo de mi pequeña ausencia, anhelando sentirme de nuevo en casa, todas las cosas que recordaba con tanto fervor solo existían en mi mente, adheridos en la piel. El despertador ya no suena, mi hermano ya no está a mi lado, desayuno sola, mis amigos ya casi me han olvidado, ya no salimos a caminar sin rumbo, el café ya no sabe igual, el paisaje con el cielo azul y despejado ya no me maravilla, no siento el agua en recorrer mi alma, no hay flores rojas y el río ha callado su murmullo de vida.

Soy una extraña, una completa desconocida delante de todo lo que amé, que alguien me diga qué hacer, en verdad quiero volver.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑