Remesa

I

     Le está yendo bien a mi hijito. Habla poco. Las llamadas son caras desde allá. Imagínese comadre, terminé de pagar lo que debía y comencé un ahorrito para cuando regrese mi Julian. No, ¡cómo cree!, no malgastaré los pesos que se está esforzando en ganar, al contrario, también lo hago rendir. Ya ve que hago tamalitos colados los fines de semana, cuando él regrese, podrá decidir qué es lo que va hacer, si empezar a construir una casita o poner un negocito, pues me dijo que trabaja en eso de los jardines. Los gringos están llenos de pendejadas, ya no saben en qué más gastar su dinero. Le va bien a mi hijito. Si se enderezó después de llevarlo con el Padre José. Solo era el diablo echándolo a perder. Si lo viera, comadre es todo un hombre.

II

     Todavía logro escuchar los carros pasar, ojalá alguien lograra verme desde su auto. No pasará. Es el destino de tipos como yo: perecer en un lote baldío en medio de la ciudad, lo suficientemente solitario para ahogarme en un charco de sangre, con la ropa hecha mierda y con el culo al aire ¿La dignidad? al parecer nunca tuve, no nací con estrella.

     Hace frío. No puedo hacer nada, solo no dejar de respirar.  ‹‹¡Auxilio!›› grito en mis adentros. Ni siquiera tengo fuerzas para poder salvar algo de mi humanidad. Ya imagino la primera plana de mañana: “Se encuentra travesti muerto en terreno baldío”.

     El revuelo de las locas por saber quién nos falta se hará presente. Al final sabrán que fui yo. La Pily hará el proceso de repatriado, no es la primera vez que devolvemos a uno. Antes de encajonarme limpiará la “influencia de Lucifer” como dice el Padre José. Y espero lo haga por mi madre.

     Quiero siga pensando que me sanó de la jotería con los exorcismos del curita ese; que su hijo logró llegar a la Estados Unidos, y de allí, provenía la lanita mandada mensualmente y no de entregar las nalgas a tipos que no se aceptan. De algún lado debía sacar dinero y rápido. Ni siquiera pude salir de este estado… si supiera.

     Cruzamos de noche por un río, al otro lado nos esperaba un pollero, y el muy cerote, solo nos dejó los calzones. Allí conocí a Pilato, a la Pily. Desde ese momento supimos que jamás saldríamos de aquí. Sin papales, sin dinero, con hambre y rabia. Lo único que teníamos para comer: el coraje de ser engañados tan lejos de casa. Sin poder volver porque me la cantaron los maras de mi colonia. Solo por amar diferente, por no pagarles piso y sobre todo, por no ser de ellos ¡Jotos closeteros!

     Madre, me iré a los Estados… esta noche. Sus ojitos se inundaron de lágrimas, abrió sus brazos y corrí a acurrucarme en ellos. Antes de salir de casa, me entregó una bolsa de plástico con varios topers dentro. Para cuando tengas hambre y no gastes. Eran paquitas de frijol refrito, pero fueron la gloria cuando el hambre atacó. Me dio la bendición y emprendí mi camino. Crucé todo el país hasta la frontera con esta patria más podrida que la mía. Al menos aquí me pagaban por ser yo.

     Ya no puedo, voy a dormir. Estoy cansada de esta vida, de su gente, de las reglas, de la moral, de haber nacido con pene, y no con vagina. Ojalá la Pily me regrese a los brazos de mamá.

III

     Comadrita, no sé nada de mi Julian…

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